Abandonar las palabras

El hombre es prisionero de las palabras. Todo el problema del hombre es el lenguaje. Por debajo del lenguaje está el mundo de los animales y más allá del lenguaje está el mundo de los dioses. Entre los dos está el mundo del hombre, el mundo del lenguaje: palabras, filosofías, escrituras, teorías e ideologías. La mente se compone de palabras. La palabra es el ladrillo que hace el palacio de la mente, es el material del cual está hecha.

Poco a poco, uno tiene que ir abandonando las palabras y uno tiene que entrar en el silencio. Además eso no es difícil: una vez empiezas a tratar de ir hacia él, empieza a suceder. La realidad existe cuando todas las palabras han desaparecido, cuando tú no estás pensando si no que simplemente eres...cuando no hay una nube de pensamientos en la mente si no pura atención consciente, sin nubes, un firmamento sin nubes. Cuando no hay pensamientos, nada tiembla, no sopla el viento. Todo está quieto y tranquilo. En esta quietud uno penetra en la realidad. No se puede pensar en la realidad. Puedes verla pero no puedes pensar en ella. Pensar en ella implica alejarse de ella, porque cualquier cosa que pienses estará equivocada. El pensar es equívoco.

Tú ves una rosa. ¿Qué puedes pensar sobre ella? En el momento que dices que es hermosa te has alejado mucho de la rosa, de su facticidad, de su realidad. Ahora ya ha aparecido la mente; dice que es hermosa. Ahora la palabra hermosa creará muchas otras asociaciones, se iniciará una cadena. Te olvidarás de la flor, pensarás en el hombre que te solía parecer hermoso o en un poema que te solía parecer hermoso. La flor se habrá olvidado. Ahora has entrado en un tren de pensamientos. Es interminable y uno nunca sabe en dónde va a parar.

1) Cuando estés cerca de una flor, simplemente permanece con ella. No permitas que ninguna palabra se interponga entre tú y la flor: mira lo que es. Mira simplemente, completamente alerta y consciente, y deja a un lado todos los pensamientos. En ese intervalo la rosa te revelará su realidad. Entonces esto se vuelve meditación, una meditación sobre la rosa.

2) Medita en la luna, medita en tu amigo. Mira en sus ojos y no pienses.

3) Algunas veces mira tu propia cara en el espejo y no pienses, simplemente mira. Permite que la mirada sea fuerte, intensa, penetrante, pero no pienses.

Poco a poco, hay espacios de silencio y esos espacios traen una brisa nueva al ser.

Osho: Tomado de Let Go! #8